Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía;
Sobre tus manos largas desparramé mi vida;
Mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas;
Ahora soy un ánfora de perfumes vacía.
Cuánta dulce tortura quietamente sufrida,
Cuando, picada el alma de tristeza sombría,
Sabedora de engaños, me pasaba los días
¡Besando las dos manos que me ajaban la vida!
De Alfonsina Storni
In: Antologia poética - Ed. Losada - Pg. 49
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